viernes, 8 de agosto de 2014

Relatos de un pescador afortunado: SENSACIONES

                                                            SENSACIONES

     En el momento que menos esperas y casi por sorpresa sientes un tirón potente, vibrante y vigoroso, que te transmite una sensación difícilmente descriptible:

     Mi cuerpo entra en tensión y mi conciencia se concentra, ya estoy en otra dimensión; mi brazo derecho recoge la salvaje tensión que se transmite de inmediato hasta lo más recóndito de mi ser. Soy yo en mi más puro instinto ancestral, viajo en el tiempo y mi atávico instinto depredador surge de lo más hondo de mi espíritu. Soy un guerrero, soy un luchador, tengo que sobrevivir y transmitir todo mi poder. La adrenalina revienta por todos los poros de mi piel, el éxtasis es una catarsis total y absoluta..., cuando todo termina ya no me siento igual, camino en una nube y mi autoestima es proporcional a la sensación de ser el Rey del Universo.

      El silencio salpicado de un murmullo cadencioso, por veces monótono, sosegaba mi espíritu. Me sentía completamente integrado en aquel paraje, era como si fuera parte de mí desde la noche de los tiempos, mi respiración agitada se confundía con el latido de la naturaleza. El tiempo avanzaba inexorable, la claridad lo iba transformando todo, y aquel encanto se iba difuminando a medida que el crepúsculo desaparecía. Sentía que la magia moría, y empezaba a despertar de aquel sueño que me encendía y me estremecía, la vida para mí moría, para otros nacía.

       Cuando sentía que mi tiempo se extinguía, se rompió de repente la monotonía. Desperté al día como cuando una manada de animales salvajes arrasa con todo hasta desaparecer por el horizonte, el ruido ensordecedor se traga y digiere en un instante toda armonía, precipitándose en la lejanía.

       Aún no eran las siete de la tarde de un crepúsculo otoñal, me encontraba extasiado, fuera del mundo real metamorfoseado por la ceguera de la mayoría insensible a sus latidos. Me sentía un privilegiado por ser testigo de la belleza inconmensurable de una naturaleza que se resiste a morir, y que aún nos obsequia momentos que despiertan ancestrales recuerdos dormidos en nuestra memoria. Aquella hermosura efímera pero cadenciosa, se repitió y se repetirá desde la noche de los tiempos hasta las tinieblas del futuro, y yo, ser afortunado con la sensibilidad exacerbada, disfrutaba de la espectacular puesta en escena: La inmensidad del mar a mis pies rugiendo y con las olas salpicándome, el sol a mi espalda se aproximaba al horizonte, coronándolo con una tiara resplandeciente que era el reverso del amanecer; frente a mí la luna llena asomaba entre las nubes doradas por el reflejo de un crepúsculo estelar, yo en el centro de aquel universo vareaba el canal que al septentrión se dirigía por mi izquierda, por mi derecha la calidez del aire del sur empujaba y alejaba mis sueños depredadores, que iban y venían con una cadencia irregular y que casi nunca despertaban a la luz con la picada esperada.

        Seguía tan imponente como siempre, era espectacular aquella inmensidad que la vista nunca llega a abarcar. Miles de veces lo observé y nunca igual lo encontré. Aparece, parece, crece, encoge, se agita, se serena, se enfurece, se rompe, suena, resuena, explota, se abre, se cierra, vuela, se eleva grandioso y se estrella majestuoso, da, quita, enseña, oculta, a veces muere pero resucita. Tienes que leerlo, tienes que entenderlo y al verlo saberlo para poder hacerlo.

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