miércoles, 13 de febrero de 2013

Relatos de un pescador afortunado: SARGOS EN SAIANS


SARGOS EN SAIANS
Septiembre 1995

     Después de la grata experiencia con los sargos en Donón, me quedó la boca dulce, con ganas de repetir. Tuve que esperar al mes de septiembre para encontrar un mar con las condiciones necesarias para este tipo de pesca. No volví a Donón, lo intenté en los playales  de mar abierto más cercanos, Saians y Patos. Primero investigué si el bicho “dinamita” de efecto demoledor se encontraba también en esas zonas, lo encontré, pero en menos abundancia y con más dificultad para su recolecta.

     Empecé probando en la playa del Bao, pero el resultado no fue el esperado, los peces pequeños me descarnaban el anzuelo y este no aguantaba el tiempo suficiente para la llegada de alguna pieza interesante. Seguí la prueba en Patos, pero también sucedía otro tanto, en estas playas abundaba la cría de pescado pequeño, que con su voracidad me limpiaban el anzuelo en un “plis plas”. Por último lo intenté en Saians un día que había un fuerte mar de fondo y la marea prácticamente en pleamar. Recuerdo que ese día recogí el bicho por la mañana, yendo a pescar con él a primera hora de la tarde, probé en la playa a mi izquierda, cerca de las primeras rocas que por allí afloraban y efectivamente pesqué en un principio dos sargos, pero de un tamaño no ilusionante. Cuando estaba a punto de dejarlo, observé como a mi izquierda, al estar la marea llena, había como un fondón que limitaba con las primeras rocas, donde el mar burbujeaba y formaba un pequeño remolino; aquel fondón con la marea baja quedaba en seco y era arenoso, ya lo había escudriñado en busca de bicho sin resultado, pero algo me tentó para probar y lanzar allí, prácticamente era como pescar en la orilla, habría como unos dos metros de profundidad y al hacer la prueba me llevé una grata sorpresa, pues de inmediato tuve una fenomenal picada, digna de un animal de cierta entidad, este tiraba con fuerza y por la manera de tirar y luchar, deduje que era un sargo; no me equivoqué, lo era y además enorme, sobrepasaba los dos quilos, volví de nuevo a encarnar el anzuelo y en el mismo sitio y de la misma manera. Volví a sentir otra bestial picada, era otro hermoso sargo, estuve en esa tesitura cerca de dos horas, capturando un total de ocho enormes sargos, el más pequeño superaba el kilo y uno de ellos se aproximaba a los tres.

     Tanto me encelé con este tipo de pesca, que me pasé todo el mes de septiembre y parte del de octubre pescando sargos, unos días con mayor fortuna que otros. Había descuidado la pesca de la lubina de tal forma, que si no hubiera sido por la noticia que me llegó de que en esos mismos días se estaban pescando algún que otro robalo, que de aquella era mi sueño por realizar, porque hasta entonces nunca había pescado ninguno que sobrepasara los cuatro quilos, que era cuando en nuestro argot se consideraban ya ROBALOS con mayúsculas. Esto encendió en mí todas las alarmas y me hizo replantearme mi objetivo, que a partir de ahí no era otro que la obsesión de pescar un gran robalo. Así que abandoné ya la pesca, por un lado tan gratificante de los sargos y concentré todos mis sentidos en la captura soñada de un gran robalo.

     Como relataré más adelante en ese mismo mes de octubre, las días ocho y quince, cumplí con creces mi sueño por partida doble.

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